martes, 26 de julio de 2011
Ojo de pez (adorno abisal)
1
La noche avanza en planetaria caravana y ya casi es la una del nuevo día. Admito que al tercer segundo eché el uniforme y el discurso hipnótico de la tierra cóncava en la inmersión añorada, al efluvio marino de la bruma de otoño, oleaje de avenida, luz azul, mujer, solo... La cereza feliz alumbra, caleidoscópica, las falanges translúcidas, y ya no me quedo, rictus de abandonos en el rostro magro y molestias transpiradas en el socavón electrónico acarician el cabello del que se desploma con dulzura sobre los ficus de la abuela y el patio de paredes carcomidas .. por el agujero universo... la correspondencia sonora no asegura resurrección alguna pero retiene lágrimas y arroja pétalos de ser, hermano, hermano mío, derramándose en amores y cielos untuosos escarlatas.. aahh nuestra adorada Extasíndrome, detente, te lo pido, muéstrame los fuegos de los antiguos aquelarres, yo te lo pido, acomódame en el vértice ondulado de tu playa lunar y siénteme la respiración en la piel monumental, estremecida a veces, por los rayos de Marte, la alucinación divina, las hormigas utópicas.
2
Alguna vez hubo una brisa limpia alucinógena de todo mal y un fusil rastrillado en la memoria de, ahora (parece), tan pocos. Noches de bruma psicodélica de circulinas y cerezas podridas para escapar procreando las confesables fábulas que visten y lustran (¡Oh mi adorada Extasíndrome!) nuestra inexplicable historia. Nuestra no - nata FE. Jardín del mástil cósmico y tribal, de ojos nuevos y vestales mandrágoras invisibles, añorantes.
La luz ondulante se enreda y acomoda en la alambrada tersa tendida entre la razón y la idiotez, allí, donde las generaciones onanistas calculan abismos y cuadran el círculo retratando instancias que otros tantos ven y no ven y casi siempre se está a solas con la humana bestia, planeando lento sobre esos sentidos kilowatios guitarreros, extrañando ausentes, idénticos de espíritu (y ser), aun cuando los muertos no se han ido. Vacío. Presto a camotear al prójimo, en absoluto próximo. Pobres y tristísimos. Todos nosotros.
La inutilidad de nuestros pedos se habrá ganado (a punta de macanazos y horas extras) el gorrito del mes, las dosis y el kaki overol de eterno pasajero.
Miradas que aguardan. Gestos que descifran. Sobre_todos puestos hermano mío. Bien puestos. Lo veo. Los veo.
3
Lo he extraviado. Con exactitud: lo he extraviado todo. Al principio fueron solo celulares, tarjetas de crédito, una o dos billeteras y prendas cuyo valor solo yo podía considerar apreciable. Con el tiempo se empezaron a sumar pérdidas más significativas como la vez que le extravié a una ex novia (tal vez el termino sea exagerado) un folder con documentos de identidad, pasaportes, formatos de la embajada, una que otra declaración jurada, fotos y certificados de todos los tamaños y colores. La recuperación, penosa y larga de esas instancias que las gentes urgidas de migración requieren, será ahorrada por lo fácilmente imaginable del infierno burocrático y económico (sobre todo) que tales situaciones conllevan. Luego (paralelamente), y como era de esperarse, vinieron los viajes sin retorno de poemas, borradores de libros, libros, videos y todo tipo de artículo, prenda o como apropiadamente le oí llamar a Denegri: mentefactura conseguidos con no poca dedicación (¿devoción?)
Con sabor a desvarío frio y color de techo garuado como por sobre el luto de mi mujer (acaba de perder a la abuela) que se aleja, ausente entre los caterpilas y los edificios -panal. Chupando hasta la resina de otro de esos absurdos-absolutos, me quedo saboreando las tres o cuatro palabras que formaban el título de mi último, y ya inalcanzable, olvido. ¡Ah!, ese podrido papel extraviado y sus cosmológicas consecuencias (imagino a mi amigo Miguel haciendo mueca de viejo maya estudiando el cielo acribillado de estrellas); Solo una concentración tan fina como la de Wrigth en Love Scene (Take 1) puede tornar reversibles (hablo de mañanas como esta) los palideceres de mi ciudadana - oceánica, mundial - voz. Y aunque la emoción sin borde y la paz inventada no duran lo que un Set List cimarrón, durante una brevedad diríase infinita, lo tengo. Lo tengo y es justamente por eso que ya se está yendo, al igual que yo, es hermético y no se deja atrapar y se pierde entre las cuentas, inexactas por siempre, y mis respiros que, sin mucha disciplina, aprenden a calmar. Pero el ruido de los espejos permeables dispersa los cuerpos increados en dimensiones precariamente elucubradas. Me entrampo con esto y pienso, con algo de coherencia y no poco esfuerzo, en los alcances de la antología de Rudy. Un poeta muerto hace poco más de tres años. Un libro al comienzo de la década. Un libro al intermedio y un libro a poco más del final. Tres libros. Un libro. Probablemente el objeto manufacturado más inútil y mal barateado que esta otra razón pueda tener (este otro orden, este otro tiempo). Le doy una y otra vuelta al asunto, bajo los sopores mágicos, la luz plomiza tras las cortinas, el café, las torrecitas apiladas (de 10 en 10) hasta la mitad de la mesa y a estas alturas no puedo dejar de pensar ya (nuevamente) en la impostergable alienación de nuestros bien amados, sus nombres propios, Poe, Artaud, Rimabaud, Pinky, Kubrick, Van goh, Betty Blue, Alex Boy, Travis, todos ficticios, todos reales. Qué más da.
- Aló?
- Oe, ¿qué haciendo?
- Pues aquí llegando al cole. Esperando que suene la primera hora. Y tú donde andas?
- En el hospital pues huevón? ¡Donde más?
- Chucha, cierto. Sorry man. Tú sabes cómo voy
- Cáete más tarde ps tío.
- Dale. Saliendo de aquí. Golpe de cuatro.
- Ya listo
- Te veo.
Martilleos, taladros, cláxones, el televisor. el teléfono y todos los medios de telecomunicación en su eficaz labor de incomunicar, camiones enormes que a veces terminan bajándose los inferiores 15 o 20 cm del puente de la avenida La Marina con la avenida Brasil, tan solo para interrupción de noticias y programas para irreflexionar. Finalmente, y como broche de un oro fecal, la puntualidad de esa terrible, terrible hora de desaprenderlo todo (Justo, ¡Justo!). Justo cuando a estas alturas ya se está por los Sysiphus del Ummagumma. Tal vez en la tarde. Tal vez
Lo he extraviado. Con exactitud: lo he extraviado todo. No sé cuál es la lección. Dejo el ordenador reproductivo. Atmósfera de seres muy extraños. Sonido, colores del planeta. Día uno, dos.. ad de profundis.
A aprender a invocar la magia, (la fe, la bronca, la paciencia) y a tomarla sin tregua de ninguna clase. Que el cuadro sea esa formidable mitología que chorrea por los ojos de uno que pasa, cualquiera que pasa. La quietud del súcubo poseído por el espejismo cifrado. Mi espíritu, todavía extraviado.
4
Realmente emotivo había sido el compartir de aquella noche de boleros blues y poemas recitados en nombre de uno de nuestros muertos. Galopar por sobre imágenes sin cronología ni secuencia alguna, la pipa repleta, el ron con la jarra de café, la penumbra de unos cuantos reunidos alrededor de un fuego, ceñida por la ciudad que a su vez es abrazada por el océano.
El cántico ya sin tiempo, el blues de los amigos, a pesar de todo, cuadro de un oscuro renacimiento, Los muertos ¡Los muertos!. Crujiente de luz en los ojos ajenos. Míos. La alborada ebria y la radio caída junto con la capa de galeones opiáceos, Rudy encalla de pronto a dos pasos de la farmacia. Mismo nosocomio, mismo siquiatra, tabletas para dibujar. Una canción de varios meses. Tardes en altamar… El loco cajonea, doy la voz. Los ya invocados estamos. Bien.
Ya somos fiesta dionisiaca, ya somos fauno y bruja y hombre sin alma por extraños conjuros traspasado, óbolos del pasado mítico, escenas que aun recuerdo.
El resto de la historia me la sabía más o menos de forma exacta. Solo me faltaba una de las escenas, la primera. Sabía, por ejemplo, que Rudy y Juan Ramón buscaron a Renato en sus adolescentes y bravos dominios de Palomino allá por el lejano ochenta y ocho en una tarde noche que entre caña y caña jamás sufrió de adulteraciones o versiones antojadizas. Los tres se miraron, se reconocieron, unieron fuerzas cuales mosqueteros anárquicos y dieron inicio a la elegante malcriadez, al lúcido sueño, a esa feliz enfermedad llamada Cultivo.
Sí, pero eso fue unos días después. La alineación que hizo posible (al menos tal como yo lo conocí) la adorabilísima década de los noventas, con su colchón, tronado, mágico y pendenciero, su mandrágora compañera, sus juglares stones, su batuta dios y todos, todos los vivos mitos que poblaron nuestro inverosímil reino de arte, drogas y amor.
Todo eso comenzó el día que Juan Ramón salió por su ventana, mariguado, floydiado, antiguo y convencido como siempre de que tiene que hacerse algo. Rudy, vereda en frente, Fernán al lado, enfundado en la bata más fiel que se ha podido apreciar (se la vi hasta el final, ya sin otro color más que el de la ceniza) enfrascado seguramente en una conversación sobre Baudelaire o Borges con Fernán (el único a quien le he sentido hacer un mano a mano decente de algunos poemas de las flores…) de pronto se ve interrumpido por lo que los esotéricos y creyentes de cualquier credo podrían catalogar como la llamada del mal… el demoniaco Juan Ramón.
- ¡Oye! ¿Tú eres Rudy, no?
- Sí. – respondió Rudy. Y en los segundos de espera entre Juan Ramón en su ventana y Juan Ramón estrechándole la mano, las miradas (es probable que algunas palabras también) que se cruzó con Fernán, oscilaron entre el desconcierto y la algarabía.
- Yo soy Juan Ramón – dijo Juan Ramón, estrechándole la mano a ambos. – he oído que escribes poesía y te he visto algunas veces con una guitarra…
- Ah sí, pues, la poesía… esa dama misteriosa. Rudy esbozó un par de frases descriptivas y metafóricas con respecto al arte pero no dejó de notar el particularísimo aspecto del personaje que le acababa de abordar.
El loco se mandaba una traza en donde ya se veían varios Tutuguris a cuestas y hasta es posible que algunos de sus actuales pasillos – blues – trot merodearan ya su afiebrado seso. Lo de Juan Ramón era simplemente un espectáculo tan provisto de iluminación, locura y singularidad que era difícil no sentirse intimidado bajo ese ojo dominante que nada dejaba a la imaginación ni al olvido.
Los detalles de la conversación es probable que los haya olvidado en el mismo instante que los escuchaba o que sencillamente no hayan sido narrados, lo cierto que la primera piedra estaba puesta. Veinticuatro años después se encendía otra pipa, se agenciaba otro ron, nuevos y viejos discos giraban, picaban y planeaban en torno al libro de uno de los miembros, muerto hace tres años y alturas de Ícaro, invento de Dédalo, revoluciones del tiempo. ¿Dónde estábamos?
5
Siempre se podrá relativizar un hecho. Cualquier hecho. Los acontecimientos, aleatorios por naturaleza, aunque asome lo irónico, terminarán perdiendo la pobre lógica que se le quiera, o pueda acuñar. Conclusión: Tan solo una distorsión de las instancias. La emoción de cada uno será el color que finalmente se aplique sobre los lienzos en blanco (por así decirlo) de las memorias, la aorta, los vellos y los días. Hermano.
Por eso fue que se terminó rompiendo el techo y las paredes repentinamente rosas giraron. El concierto, el hombre budín, y todos los matorrales que se nos dio la gana desfilaron en nuestra química telepantalla . Y qué decir: Desahuciadamente hermoso.
De pronto, lo otro pasaba, -se soñó con el otro paraíso- lo dije entre pomo y pomo hermano, ellos son los otros ángeles y están caneando, ¿Ciro?, entre 20 a 25 años chambeando en esto, el sueño y la realidad son el mismo juego de impresiones pero en otro orden, le ofrecieron un sueldo vitalicio y el tío Romualdo, no. Todavía hay tíos así. A veces se hablan con los muertos. Sin respuestas nos miramos. Y sin embargo, lo otro está pasando. Lo otro está pasando.
Y corre el humo de la macoña entre el aire acuoso y plomizo de nuestra ciudad encantada, entre los muslos rapados de tres travestis tan en lo suyo como nosotros en nuestro chocolate - soma mal empaquetado, las calles son ahora corredores de la casa roída por murmullos y misterios, y esos otros dos, que también vienen fumando lo saben, y comparten, eso, por sobre todo. Se apaga. Casi hay un choque. Un gato mira hacia la esquina. Media vuelta. Ya corre. Vamos. Por más.
Se nos destapa la olla, el quiebre esta vez es del alma y venas y huevos y textos envolviendo lo que no tenemos. Quien es quien en esta taquicardia calma. Somos perros humanos después de dos guerras mundiales y una tercera que estalla a diario detrás de los conceptos, la metafísica y las mutantes niñas nacidas en los diarios. ¿Qué espero?. Las luces altas de un caimán moderno en nuestro rostro raudo. La parca hermano. La parca.
Ya fue. Lo admito, tengo los ojos empañados. De nada me sirven las rodillas firmes y los dientes apretados, estoy triste, estoy jodido, tristísima y jodidamente derrotado, mañana todo será estúpido, mañana todo cobrará terrible venganza y la cosa se mostrará tal cual, una insolencia y un sin sentido descomunal, completamente indigno. Ni pensarlo. Tengo las orejas rojas, seco el sudor de las manos. Tengo que sacarle algo, me acerco… lo abrazo … las circulinas revolucionan en la avenida, una extraña empatía entre los nervios pinchados y las máscaras tribales. Yo soy legal causita. Yo no te pongo como esos cagados… ¿cagados?
Muestro la herida en la palma de mi mano. Hermano sobrecogido. Fue un pase perfecto. ¿O no?
6 (Set List)
La notificación judicial abandonada en la mesa sobre la cual acabará pesando una botella de vodka, el borrador de un poema, grageas, planetas, migajas. Después, la extracción de la pulpa síquica a tajo abierto. Del coma profundo del útero enfermo a los síntomas vitales de la esquina sórdida y rota de los otros ángeles del mundo. Arcadas, guitarreos, miradas submarinas abisales, bellísimas y frágiles estructuras mentales, conversamos. Las tripas pensantes al ritmo de un jazz, el progre cuadrilátero o esos trips cromados tan cuerda y tecla y luces lentas y arrebato hermoso, tan solo para nuestra inseparable soledad.
La notificación judicial vuelta pentagrama de lo sentido, declaración de principios tarahumara, media rota y descalabro digital, la agonía apacible y feliz en el refugio distópico de templo y matorral. Y el plomo alimenticio de la especie nuestra.
Yo se que habrá quien no me perdone. Hay dos humanidades.
Y cuando el otro ser se instala en la silla de la madrugada abierta y aberrada, y el humo azul murmura delicias demasiado altas e imperceptibles y nada se detiene o nada pasa entre bocanada y bocanada entonces, solo unas notas compendiadas es todo cuanto por decir se dice: los azules en verde del pájaro alunado, los acuáticos templos de los elegantes monstruos, los ecos planetarios de los desatados en la otra lucidez de la cueva – teatro y todos, todos los virtuosos vuelos de nuestra interminable complicidad.
Oh miseria redimida, porque sabemos el cuidado (y el costo), el tesoro es nuestro. La metástasis y que decirlo, total. Sumamente ensimismados, lívidos, en silencio, observamos un rincón de cielo inventado sin fondo o contornos borroneados. Nunca antes se ha estado tan enfermo, ni tan ben.
Por supuesto que al final, y como todos, yo también me desentiendo. Voces, colores, llantos neonatos, alarmas, alarmas, serenas alarmas, ¿Regreso? Té.
7
Sintió que su historia (si llegaba ser una digna de ese nombre) podía ser también ese tedio indescriptible, ese azar maléfico en el continuo ondulante de los días clonados, y ese monstruoso tráfico de cualquier hora de Lima, esa bestia de seres asfixiados y esquinas de ángulos tragicómicos, donde alguna se vez se estuvo muy tranquilo. Casualidad pura. Dios. Patrones en lo caótico. El absurdo sentido.
Y no olvides el vivir, por sobre todo, en esos tantos vértices ondulantes y letrinas para transportadoras al olvido. He de decirlo para todo lo que habita y descascara y regresa, arena cayendo, unidad quimérica: Comunión. Idioma universal dictado por los súcubos y los cantos goliardos. La plegaria recitada por el dios – nadie, esa moneda, ese calambre, vampiro de sí mismo y del resto. Erótica podredumbre. Antigua vileza proclamada. Ser.
A vivir carajo, y morir ardiendo el cuerpo ruin y mágico. Que la muerte puta, altanera e inmutable, se vaya con el rostro arañado, o con el culo presa de un buen puntaso, o más humildemente, con el cotidiano agravio del canto y el silbido de quien sabe que entra a la ducha, no la de dos por dos metros cuadrados, si no la gigante, la de la viña gamada y el juergón de las indolentes y aburridas deidades.
Antes de poner el punto final de la tragedia, creo, que debemos escribirla hermano. Y en eso estamos. En eso aun estamos.
8
Esta vez sí que la hice durar. Puedo decir, no sin falta de fe (ni emoción), que la reciente situación lo ameritaba. Cada vez que se repetía el ritual, tenía en mente todos los riesgos y gestiones que hubo de realizarse para poder acceder a ello. Era como recontarme la fábula, completa y mejorada en cada ocasión y sentir, cada vez con algo más de fuerza, el peso de las acciones que componen las vidas. Esta vida.
El fuego en una breve erupción de gas y fósforo. La música flotando entre las ondas azulinas de la bruma de junio, envolviendo las cosas con su nube mágica, ácida y viva. El dulce desentendimiento de lo ilusorio y tóxico y blanco de los días mundiales en severo desdoblamiento. Un nuevo establecimiento en ciernes, por llamarlo de alguna forma, personal, efímero, poco circunspecto. Ya qué más da.
9
A los dos humanidades y sus miradas de esfinge sanguínea. Por ahora solo el boceto de lo real absurdo emponzoñado en la memoria del clon tan mal acondicionado. Una señal alienígena en el cielo agitado apocalíptico y se vuelve a ser el poco neumático ejemplar asomático, tan prósperamente asfixiado por la ceniza planeta de la invadida ciudad. Palabras amadas para la noche elegida. Estrella estremecida. Interferencia bélica. Hasta el silencio nuestro. Hermano. Básicamente mamífero codificado binario descomponiendo el exhalado espíritu alucinatorio - orgánico. Soledad. Plácida épica. Idea, color, materia. Unas cuantas vertebras heridas acodadas en lo absoluto de esta derrota mesa en las vidas que soñamos. Y más hermanos. Más.
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Compilado de comentarios, frases, cosas puestas en cualquier lugar y la memoria de lo que no se recuerda perfectamente más que en el aura azul de la mística evanescencia. Náusea, comienzo, etcétera?... Asistimos a la cuadratura de un momento sin historia para resumirlo en el ojo del cíclope tuerto, o del pez?
ResponderEliminarEstrada