martes, 30 de diciembre de 2014

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Explicaciones postreras al agradable mareo en el kafkiano proceso
y la orgásmica languidez
para recalar nuevamente en la especie
y su calidad de insecto precioso
La trama, después de todo, será siempre la del mismo y jodido amante
de melancolías
y soledad

solo para locos
rezaba el tractac del estepario lobo

Pero este ir y venir de hombrecillos
y ese cuarto de controles sin acceso de microbios
ni familiares Odradeks
me sientan frío y en loto
sin conocer en algo la coreografía ni el himno
¿ya qué decir?

Pasa el cielo
rostro… pantalla
Pasa el viento de siglos
pirámides gastadas
el erguido primate aun se rasca
al monolito silente en proyección de cítaras,
jardines de Hassan,
Huríes
y en la misma figuración el panal,
el guetto de la subsistencia cuasi clandestina.
el río de instancias
semen y nervio despierto en la caverna madre
conectado hasta en el vuelo
aun sin decantar

No más efecto
Dopaminergia 
todos los elefantes muertos
un largo y placentero suicidio
la honestidad de mis ruinas
en nuestro soñado ministerio
cuerpo
crimen
despertar


viernes, 26 de septiembre de 2014

¡Salve Fumadero!

Y, 
admitiendo,
esta cálida condición de refugiado
como en primera escucha de un significativo Dark Side of the Moon
todos los postres y cuarteles de invierno
con pipas en voluntaria renuncia al Partido Único
en flagrante proceso de coleóptero impávido
y número infesto de un alma milenaria
en cómodos plazos degradantes
a tratar..

El día es a día y el misérrimo caleidoscopio de la especie me tiene descolorido
mirando en el Monolito las horizontales alucinaciones del mal
demonios del purulento mundo fornican en su aquelarre aplaudido
los altos gestos de mi opiáceo amor
y en punto los pedantes monos vienen a intervenir mi encéfalo
que aun escucho la dadora melodía del otro lado
los secretos del mar y la piedra madre
los gemidos del jazmín

Ah!
Inmundo señor Juez, sépase
los hombrecillos frente a mi ventana han levantado los muros del Estado Mundial
enmudeciendo esperas en nuestro fuego purísimo
las niñas, en línea, han calibrado solemnes, las pantallas de la nave mente
siendo oceánico lo lúbrico en sus arpas del placer
El desarreglo ha sido la única disciplina
y sin hombre alguno en la torre (ni niño por crucificar)
la disidencia es ya todo rostro y moral
que bastante jugo ha exprimido esa ajena banderola de esta frente amada
como si la distopía no nos hubiese parido bastante, ya.

Sea público también
que se es ausente de uno mismo
embrutecida la infancia en Rictus sin Dopaminergia
el reloj de las reproducidas jornadas pendula su aguja
bajo este cielo de celdas y nubes de laboratorio
sin advenimiento mesiánico ni candorosa psicodelia
sobreviviendo tan solo
los bombardeos espontáneos
los terremotos programados
y el milagroso Reallity nuestro y de cada día
latido tras año
canción de Hall
y embriagueces del reptil

Sin embargo, 
porfiada es la reacción
y el zapato inmóvil contra lo inapelable del cosmos,
ese montón de peldaños rotos,
la detonación de las formas
y la pureza del acto al levantarse del sepulcro
al lento viaje de nuestras pálidas odiseas
en pedazos flotando el galáctico desconcierto
al encuentro de .. 

Oh sagrada vibración de las carnosas cuerdas
Ceniza ardiente de mi espíritu apenas perenne
(La puta grúa)
Solo esa miel

martes, 16 de septiembre de 2014

Abandono



Miguel Ángel Vera de la Haza

lunes, 12 de mayo de 2014

Gracias Zambo
de csm

jueves, 3 de abril de 2014

Sí Babs ..


 "35
Sí Babs sí. Sí Babs sí. Sí Babs, apaguemos la luz, darling, hasta mañana, sleep well, corderito atrás de otro, ya pasó, nena, ya pasó. Todos tan malos con la pobre Babs, nos vamos a borrar del Club para castigarlos. Todos tan malos con la pobrecita Babs, Etienne malo, Perico malo, Oliveira malo, Oliveira el peor de todos, ese inquisidor como le había dicho tan bien la preciosa, preciosa Babs. Sí Babs sí. Rock-a-bye baby. Tura-lura-lura. Sí Babs sí. De todas maneras algo tenía que pasar, no se puede vivir con esa gente y que no pase nada. Sh, baby, sh. Así, bien dormida. Se acabó el Club, Babs, es seguro. No veremos nunca más a Horacio, al perverso Horacio. El Club ha saltado esta noche como un panqueque que llega al techo y se queda pegado. Podés guardar la sartén, Babs, no va a bajar más, no te matés esperando. Sh, darling, no llores más, qué borrachera tiene esta mujer, hasta el alma le huele a coñac. Ronald resbaló un poco, se acomodó contra Babs, se fue quedando dormido. Club, Ossip, Perico, recapacitemos: todo había empezado porque todo tenía que acabar, los dioses celosos, el huevo frito combinado con Oliveira, la culpa concreta la tenía el jodido huevo frito, según Etienne no había ninguna necesidad de tirar el huevo a la basura, una preciosidad con esos verdes metálicos, y Babs se había encrespado a lo Hokusai: el huevo daba un olor a tumba que mataba, cómo pretender que el Club sesionara con ese huevo a dos pasos, y de golpe Babs se puso a llorar, el coñac se le salía hasta por las orejas, y Ronald comprendió que mientras se discutían cosas inmortales Babs se había tomado ella sola más de media botella de coñac, lo del huevo era una manera de exudarlo, y a nadie le extrañó y a Oliveira menos que a nadie que del huevo Babs pasara poco a poco a rumiar lo del entierro, a prepararse entre hipos y una especie de aleteo a soltar lo de la criatura, el entripado completo. Inútil que Wong desplegara un biombo de sonrisas, interposiciones entre Babs y Oliveira distraído, y referencias laudatorias a la edición de La rencontre de la langue d’oil, de la langue d’oc et du francoprovençal entre Loire et Allier -limites phonetiques etmorphologiques, subrayaba Wong, por S. Escoffier, libro del más alto interés, decía Wong empujando enmantecadamente a Babs para proyectarla hacia el pasillo, nada podía impedir que Oliveira escuchara lo de inquisidor y que alzara las cejas con un aire entre admirado y perplejo, relojeando de paso a Gregorovius como si éste pudiera aclararle el epíteto. El Club sabía que Babs lanzada era Babs catapulta, otras veces ya había ocurrido; única solución, la rueda en torno a la redactora de actas y encargada del buffet, a la espera de que el tiempo cumpliera su obra, ningún llanto es eterno, las viudas se casan de nuevo. Nada que hacer, Babs borracha ondulaba entre los abrigos y las bufandas del Club, retrocedía desde el pasillo, quería arreglar cuentas con Oliveira, era el momento justo de decirle a Oliveira lo de inquisidor, de afirmar lacrimosamente que en su perra vida había conocido a alguien más infame, desalmado, hijo de puta, sádico, maligno, verdugo, racista, incapaz de la menor decencia, basura, podrido, montón de mierda, asqueroso y sifilítico. Noticias acogidas con delicia infinita por Perico y Etienne, y expresiones contradictorias por los demás, entre ellos el recipientario. Era el ciclón Babs, el tornado del sexto distrito: puré de casas. El Club agachaba la cabeza, se enfundaba en las gabardinas agarrándose con todas sus fuerzas de los cigarrillos. Cuando Oliveira pudo decir algo se hizo un gran silencio teatral. Oliveira dijo que el pequeño cuadro de Nicolas De Stäel le parecía muy hermoso y que Wong, ya que tanto jodía con la obra de Escoffier, debería leerla y resumirla en alguna otra sesión del Club. Babs lo trató otra vez de inquisidor, y Oliveira debió pensar algo divertido porque sonrió. La mano de Babs le cruzó la cara. El Club tomó rápidas medidas, y Babs se largó a llorar a gritos, delicadamente sujeta por Wong que se interponía entre ella y Ronald enfurecido. El Club se fue cerrando en torno a Oliveira de manera de dejar fuera a Babs, que había aceptado a) sentarse en un sillón y b) el pañuelo de Perico. Las precisiones sobre la rue Monge debieron empezar a esa altura, y también la historia de la Maga samaritana, a Ronald le parecía —estaba viendo grandes fosfenos verdes, entresueño recapitulador de la velada— que Oliveira le había preguntado a Wong si era cierto que la Maga estaba viviendo en un meublé de la rue Monge, y tal vez entonces Wong dijo que no sabía, o dijo que era cierto, y alguien, probablemente Babs desde el sillón y grandes sollozos volvió a insultar a Oliveira restregándole por la cara la abnegación de la Maga samaritana junto a la cabecera de Pola enferma, y probablemente también a esa altura Oliveira se puso a reír mirando especialmente a Gregorovius, y pidió más detalles sobre la abnegación de la Maga enfermera y si era cierto que vivía en la rue Monge, qué número, esos detalles catastrales inevitables. Ahora Ronald tendía a estirar la mano y meterla entre las piernas de Babs que rezongaba como desde lejos, a Ronald le gustaba dormirse con los dedos perdidos en ese vago territorio tibio, Babs agente provocadora precipitando la disolución del Club, habría que reprenderla a la mañana siguiente: cosas-que-no-se-hacen. Pero todo el Club había estado rodeando de alguna manera a Oliveira, como en un juicio vergonzante, y Oliveira se había dado cuenta de eso antes que el mismo Club, en el centro de la rueda se había echado a reír con el cigarrillo en la boca y las manos en el fondo de la canadiense, y después había preguntado (a nadie en particular, mirando un poco por encima del círculo de las cabezas) si el Club esperaba una amende honorable o algo por el estilo, y el Club no había entendido en el primer momento o había preferido no entender, salvo Babs que desde el sillón donde Ronald la sujetaba había vuelto a gritar lo de inquisidor, que sonaba casi sepulcralmente a esa-hora-avanzada-de-la-noche. Entonces Oliveira había dejado de reírse, y como si bruscamente aceptara el juicio (aunque nadie lo estaba juzgando, porque el Club no estaba para eso) había tirado el cigarrillo al suelo, aplastándolo con el zapato, y después de un momento, apartando apenas un hombro para evitar la mano de Etienne que se adelantaba indecisa, había hablado en voz muy baja, anunciando irrevocablemente que se borraba del Club y que el Club, empezando por él y siguiendo con todos los demás, podía irse a la puta que lo parió.
Dont acte. "

martes, 11 de febrero de 2014

Misa de de Gallo



Tema : Jonathan Estrada
Fotografía:  César Ávalos, Alexander Barrenechea, Eduardo Braga, Rita la Caimana (R.I.P)
Video :  Eduardo Braga Maldonado