martes, 26 de junio de 2012

miércoles, 13 de junio de 2012

Babilima



VI

EN LA PLAZA UNION
EL DIOS AMARU
COHABITA CON LA LOCURA

No hay más descanso azul.
No las maneras de las aves pelícanos tíos
         picotean mi cabeza.
Aprendiz de fenicio en el mercado de fenicios
                                      aplastado por el sol
ya no veré el huerto de la vida otra vida
         apesta mi corazón.
Resbalé en tierra extraña.
Recorrí mundos de nubes y arrayanes para engrosar
         la oscura mar de arenas:
Razas de lotos antiquísimos / Razas riachuelos del Congo
         /Razas transplantadas
de las Europas venidas a menos.
Me contemplo en mi ensayo humano ¿Con qué sentidos
         viviré? ¿Quién soy aquí?
¿Quiénes son mis vecinos de ese modo atraídos por la muerte?
Escucho los veloces carruajes de la peste y veo lo
         indescifrable:
El blanco que fue blanco empuña su carretilla y sus sueños
         naufragan a mi costado.
No hay descanso ni esperanza.
Mi abuelo el cóndor mi tía la serpiente el dios Amaru
         y la locura
cohabitan en la Plaza Unión.

Y te soy poco útil, cuerpo mío, junto a las moscas
         y entre gente devaluada
levanté mi familia inventando la vida, mas la vida
nos gotea de las baratijas que ofrecemos: “Señoras y señores
         miren como me ahogo. Piedras
pulidas contra el infortunio. Hierbitas para el mal de ojos
         y el insomnio. Miren como eructo”.
Y las moscas laboriosas ganando los espacios mi compaire
        Abelaido grita “revolución caliente”
Mi compaire Abelaido cultiva su casa con canciones antiguas
        y sus dedos ilustrísimos
son muchachos guitarristas en las altas noches de
        aguardiente.

Vuelven los carruajes de la peste, vuelven las moscas
         peinadas y coquetas.
No hay descanso grita mi estómago
Mis brazos muertos mi piel es tosquísima a las cuatro de la
         tarde en la Plaza Unión.
Y “serrano concha to madre vuelve a to tierra” mi propia voz
         arrojándome.
Oh, Babilima, aleja el infierno de mis visiones.
Quisimos conocer el huerto de la vida y discurrimos
         sin memoria ni tiempo
como los muertos en el hielo.
                                                                        Derramados bajo el sol
no nos alcanza la frescura del amor.
Con una flor de agua quiero, con la brujería de la flor de
         mayo quiero alcanzarte
mi linda andina Rita de junco y cuculí.
Oigo el Rimac enloquecido por las moscas y mis ojos no ven
         la luna.
El blanco que fue blanco y el chino-cholo-negro e’mierda que
         soy prosigo mi batalla.
Setiembre dijo confusión. Doy vuelta a mi carretilla y estallo
         entre vehículos relucientes como el sol.


ENTRE EL WAMANI Y LA CARRETILLA / CESAREO MARTINEZ / N° 12-13 HUESO HÚMERO 1982